Historia

El accidente nuclear de Chernobyl

Hacia las 23:00 PM del 25 de abril de 1986, en el reactor número 4 de la planta nuclear de Chernobyl, los monitores se habían ajustado a los niveles más bajos de potencia. Sin embargo, el operador se olvidó de reprogramar el ordenador para que se mantuviera la potencia entre 700 MW y 1.000 MW térmicos. Por este motivo, la potencia descendió al nivel, muy peligroso, de 30 MW. Para hacerse una idea, un secador de pelo tiene 1.800 W.

La mayoría de las barras de grafito de control, que ayudan a mantener baja la temperatura del reactor, fueron extraídas con el fin de aumentar de nuevo la potencia. No obstante, ya se había formado en las barras un producto de desintegración, el xenón, que “envenenó” la reacción. En contra de lo que prescriben las normas de seguridad, en una medida irreflexiva, se extrajeron todas las barras de control. A la 1:03 AM del 26 de abril, este producto, poco usual de baja potencia alcanzada por el reactor, provocó la intervención manual del operador, desconectando las señales de alarma. A la 1:22 AM del mismo día, el ordenador indicó un exceso de radiactividad; pero los operadores decidieron finalizar el experimento y apagaron la última señal de alarma, de este modo fue imposible saber, con las alarmas desconectadas, que la programación del protocolo de seguridad del reactor se desconectó.

Las medidas de seguridad de la planta quedaron inutilizadas ya que se habían extraído todas las barras de control quedando el reactor de la central, totalmente inestable y extremadamente inseguro. En ese momento, tuvo lugar un estado intermedio que ocasionó un brusco incremento de potencia. El combustible nuclear se desintegró y salió de las vainas (estructuras tubulares que albergan el combustible) ocasionando la entrada de agua empleada para refrigerar el núcleo del reactor. A la 1:23 AM, se produjo una gran explosión, y unos segundos más tarde, una segunda explosión hizo volar por los aires la losa del reactor y las paredes de hormigón de la sala del reactor, lanzando fragmentos de grafito y combustible nuclear fuera de la central, ascendiendo el polvo radiactivo por la atmósfera. Se estima que la cantidad de material radiactivo liberado fue 200 veces superior al de las explosiones de Hiroshima y Nagasaki.

El accidente nuclear fue clasificado como nivel 7 (“accidente nuclear grave”) en la Escala Internacional de Sucesos Nucleares (Escala INES) del OIEA (Organismo Internacional de Energía Atómica), es decir, el accidente de peores consecuencias ambientales y que sirve, como referencia, para proyectar y controlar los dispositivos y sistemas de protección de las instalaciones nucleares. Queda claro que el accidente fue un error humano; pero por miedo al gobierno ruso, y aquí debemos tener en cuenta la sociedad del momento, los operarios intentaron tapar todas las negligencias que se cometieron, desgraciadamente no existía ningún Órgano Regulador de la Seguridad Nuclear que llevase a cabo la evaluación de la seguridad de las instalaciones nucleares, por lo que actualmente siguen sin conocerse algunos datos de lo ocurrido

En la explosión, se liberaron varios elementos radiactivos, entre los cuales el yodo-131, que se aloja en la glándula tiroides, causando disfunción hormonal de esta. El tiroides controla, entre otras funciones, la producción de energía en el cuerpo: la tiroxina (hormona tiroidea) es necesaria para mantener la tasa metabólica basal (energía necesaria para cumplir las funciones vitales). Sobre todo, en los niños nacidos, tras el accidente, esta hormona tiroidea, la tiroxina, hace que los tejidos se desarrollen en las formas y proporciones adecuada, es por ello que cientos de niños crecieron con deformaciones.

El cesio-137 es un material pesado que cae a tierra y que es muy difícil de eliminar, contamina durante treinta años la superficie que toca. Después de entrar en el organismo, se distribuye uniformemente por todo el cuerpo, con mayor concentración en el tejido muscular y menor en los huesos. Puede causar cáncer de 10 a 30 años a partir del momento de la ingestión, inhalación o absorción. El estroncio-90 (Sr-90) es uno de los más peligrosos, ataca la medula ósea, el cuerpo humano absorbe estroncio al igual que calcio. Las formas no radiactivas de estroncio no provocan efectos adversos significativos en la salud, pero el Sr-90 radiactivo se acumula en el cuerpo prolongando la exposición a la radiación y provocando diversos desórdenes incluido el cáncer de hueso. El estroncio puro es extremadamente reactivo y arde espontáneamente en presencia de aire por lo que se le considera un riesgo de incendio. El Plutonio-239, cuando se respira, puede permanecer en los pulmones o moverse hasta los huesos u otros órganos. Permanece en el cuerpo durante mucho tiempo y expone a los tejidos del cuerpo continuamente a radiación, provocando cáncer. La inhalación del Xenon-130, en concentraciones excesivas, puede ocasionar mareos, náuseas, vómitos, pérdida de consciencia y muerte. A bajas concentraciones de oxígeno, la pérdida de consciencia y la muerte pueden ocurrir en segundos sin ninguna advertencia. Ni siquiera la lluvia puede disolver. ¿El ciclo de vida de este Xenon? 6 siglos.

Este tipo de radiaciones son utilizadas, desde su descubrimiento por Wilhelm Conrad Roentgen en 1895, en aplicaciones médicas e industriales, siendo la aplicación más conocida los aparatos de rayos X.

Después del desastre (imagen 5), un área de 4 kilómetros cuadrados de pinos en las cercanías del reactor adquirieron un color marrón dorado y murieron, obteniendo el nombre de “Bosque Rojo“. En un radio de unos 20 o 30 kilómetros alrededor del reactor se produjo un aumento de la mortalidad de plantas y animales, así como pérdidas en su capacidad reproductiva. En los años posteriores al desastre, en la zona de exclusión abandonada por el ser humano, ha florecido la vida salvaje. Bielorrusia ya ha declarado una reserva natural, y en Ucrania existe una propuesta similar. Varias especies de animales salvajes y aves que no se habían visto en la zona antes del desastre, se encuentran ahora en abundancia, debido a la ausencia de seres humanos en el área. Existe la leyenda de unos peces siluros enormes, pero en realidad estos animales pueden alcanzar grandes tamaños en determinadas ocasiones en que el humano no altera su hábitat, en cambio, se ha demostrado que pequeñas dosis de radiación, altera la velocidad de crecimiento de plantas y animales.

¿Qué ocurre en la actualidad en esa zona? La unidad 3 de la central de Chernobyl, se paró definitivamente el 15 de diciembre de 2000. Tanto los expertos ucranianos como los extranjeros, fijaron el coste del cierre entre 2.000 y 5.000 millones de dólares, hasta retirar el combustible radiactivo que quedó en la central teniendo como fecha límite el año 2008. Esta decisión completó el cierre total de la instalación nuclear que había dado lugar, el 26 de abril de 1986, a la mayor catástrofe nuclear de la Historia.

Bibliografía:

Bennett B., Repacholi M., Carr Z.: Health Effects of the Chernobyl Accident and Special Health Care Programmes. Report of the UN Chernobyl Forum expert Group Health, World Health Organization (2006).

Ivanov V.K., Tsyb A.F., Gorsky A.I., Maksyutov M.A., Rastopchin E.M., Konogorov A.P., Biryukov A.P., Matyash V.A., Mould R.F.: Thyroid cancer among “liquidators” of the Chernobyl accident. Br J Radiol (837): 937-41 (1997).

Yeliseeva K., Mikhalevich L., Kartel N.: Cytogenetic effects of radiation from Chernobyl nuclear accident on human and animals in the contaminated area of Belarus. Revista Internacional de Contaminación Ambiental volumen 11 (1995).

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