En el Antiguo Egipto se escribía sobre papiro, un vegetal muy abundante en las riberas del río Nilo (Cyperuspapyrus L.). Durante la Edad Media en Europa se escribía sobre pergamino, es decir, pieles de cabras o carneros preparadas para recibir tinta. En el siglo II a. C., los chinos ya fabricaban papel a partir de los residuos de la seda, la paja de arroz, y el cáñamo, e incluso del algodón, hasta que llegó a Francia que producían papel utilizando el lino. Sin embargo, cuando se empezó a utilizar el papel los manuscritos y libros se coloreaban de amarillo debido a que la celulosa se oxida con mucha facilidad. ¿Pero por qué es amarillo?
Sin más dilación, el truco se encuentra en las longitudes de ondas emitidas por los papeles antiguos comparado con los papeles más modernos. De esta manera dieron con la molécula de la celusosa responsable del color del papel, llamado cromóforo. Este es un aldehído, es decir, un grupo compuesto por un átomo de carbono que se une a uno de oxígeno mediante un enlace doble y a otro de hidrógeno gracias a un enlace simple.
Si sabemos qué lo produce… ¿se puede revertir la situación? Hay que tener cuidado a oxidar el cromóforo ya que pueden producir daños sobre los papeles –u objetos- a restaurar.