¿Se ha preguntado alguna vez cómo sería su vida si fuese esclavo de sus pensamientos? Póngase en situación: sale de casa, y tras cerrar la puerta, le asalta la inquietante duda de si apagó todas las luces (asumo que es usted una persona ahorradora, comprometida con el medio ambiente demás), por lo que vuelve sobre sus pasos, entra en casa, comprueba felizmente que todas las luces están apagadas y sigue con su vida. Plantéese ahora una situación diferente y que probablemente ya ha vivido en su vida cotidiana: no recuerda si se lavó las manos antes de comer una hamburguesa. Posiblemente lo hizo mientras estaba absorto en sus pensamientos, pero no lo recuerda con certeza y reflexiona sobre ello mientras espera su comida. Sin embargo, por si acaso, usted va y se las lava para asegurarse. Listo.
Ahora bien, imagine que para usted comprobar sólo una vez si apagó las luces no es suficiente, y que lavarse las manos una vez tampoco lo es. Es más, para usted, diagnosticado de la enfermedad que este articulo se dispone a tratar y explicar, el Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC), no realizar estos actos de comprobación y prevención le provoca una ansiedad extrema. De hecho, usted desarrolla pensamientos que reconoce como absurdos, como que dejarse encendida una sola luz de su casa podría tener consecuencias funestas de cualquier tipo, o que, al no lavarse las manos antes de comer su hamburguesa, una sola bacteria pudiera ser causante de una grave infección que le causara la muerte.
Si el lector aceptó la invitación del primer párrafo y ha realizado el ejercicio de imaginación que se le planteaba, podrá acercarse a comprender la situación que viven los millones de enfermos de TOC que habitan en nuestro planeta. Definiéndolo médicamente, el TOC es una enfermedad mental clasificada dentro de los trastornos de ansiedad y caracterizada por el desarrollo de pensamientos repetitivos e indeseados, las obsesiones. Éstas provocan una sensación de malestar, miedo o angustia, que es persistente e incontrolable, y que solo es posible calmar mediante la realización de rituales mentales o de comportamiento llamados compulsiones. Son por tanto obsesión y compulsión los dos conceptos principales que hay que tener claros para intentar comprender esta enfermedad (imagen 1).
Podríamos trasladarlos a la primera situación antes imaginada tal que así: la idea obsesiva sería que no apagar una sola luz de su casa pudiera ocasionar un cortocircuito y provocar un incendio en su domicilio. Es absurdo y lo sabe, y aún así ese pensamiento le produce una enorme ansiedad, por lo que el individuo realiza la compulsión: comprueba varias veces si todas las luces están apagadas. Concretamente, es el número de veces en que se repite la compulsión el que determina si una persona padece TOC: si la realización de las compulsiones afecta al individuo de tal forma que no le permite hacer su vida normal, el individuo está enfermo. Por ejemplo, hay enfermos que comprueban hasta quinientas veces, y no es una exageración, si apagaron las luces.
Lavarse las manos o apagar las luces constituyen una ínfima parte de todas las posibles compulsiones, en tanto en cuanto cualquier tema puede ser objeto de desarrollo de una idea obsesiva. Se han clasificado, sin embargo, cinco tipos de ideas obsesivas principales, que se expondrán mediante ejemplos para facilitar su comprensión.
Por un lado, encontramos las ideas obsesivas de comprobación, cuyas compulsiones pueden ser chequear muchas veces si la puerta está cerrada, si el gas o las luces están apagadas, si el coche está cerrado, etc., por miedo a que se dé algún incidente (que el coche sea robado, que se produzca un incendio en casa); las ideas obsesivas de contaminación, cuyas compulsiones son lavarse mucho las manos, no usar baños públicos, no tocar picaportes, reticencia a estar en un hospital, etc., por temor a que algo esté contaminado y cause enfermedad, daño o incluso la muerte a uno mismo o a un ser querido (imagen 2). Como una variante de éstas, encontramos las ideas obsesivas de contaminación mental, en las que la compulsión también consiste en limpiarse o lavarse, pero por miedo a estar contaminado mentalmente, es decir, por aprensión a tener pensamientos o ideas impuras tales como pensar positivamente en alguien que ha abusado sexualmente del individuo o lo ha tratado mal.
Por otro lado, también se incluyen las ideas o pensamientos rumiantes, que son reflexiones improductivas y constantes sobre diferentes temas. El individuo nunca podrá llegar a una conclusión satisfactoria, porque no la hay, lo que le provoca preocupación y malestar. En este caso, el objeto de la obsesión suele ser un tema metafísico o religioso (por ejemplo, qué ocurre tras la muerte). Los pensamientos intrusivos son el quino tipo de idea compulsiva. Son reflexiones que se caracterizan por ser, además de repetitivas, desagradables y egodistónicas, esto es, identificadas como negativas y rechazadas por el individuo. En este caso, no solo tener estos pensamientos, sino la sola idea de tenerlos, horroriza al individuo. Cubren cualquier tema (sexual, mágico, sentimental, etc.), como por ejemplo, imaginar una escena de pedofilia o pensar en cometer una violación.
Conociendo qué son las ideas obsesivas, sus tipos y las compulsiones que conllevan, se podría dar por cumplido el objetivo de este artículo, en tanto en cuanto se trata de un artículo de divulgación científica. Sin embargo, aún queda un aspecto trascendental a tratar. De hecho, es el más importante para los pacientes cuando, temerosos por sentirse esclavos de su mente y en busca de alguien que alivie su sufrimiento, acuden a la consulta: el punto de vista clínico ¿Cómo se trata el Trastorno Obsesivo Compulsivo? En casos de extrema gravedad (en los que puede haber peligro para la vida del paciente por riesgo de suicidio) se recurre a cirugía cerebral. Sin embargo, el tratamiento más común consiste en la combinación de fármacos con una terapia cognitivo-conductual en la que, mediante determinadas técnicas, se enseña al paciente a controlar poco a poco sus ideas obsesivas y la realización de compulsiones. El proceso de tratamiento para mejorar el estado de los pacientes (difícilmente podemos hablar de curación de forma definitiva) es largo y tortuoso, y solo mediante la combinación de la fuerza de voluntad del paciente y la supervisión médica continuada pueden esperarse resultados positivos.
Podría considerarse que el objetivo de este artículo ha sido dar a conocer de forma divulgativa las características del TOC. Sin embargo, su propósito principal ha sido visibilizar tanto la enfermedad, estigmatizada al igual que todas las enfermedades mentales, como el sufrimiento que provoca a quienes la padecen. Personas que, en muchas ocasiones, sufren en silencio la dictadura a la que su mente las tiene sometidas y bajo cuyo yugo cualquiera puede caer.
Bibliografía: Apuntes de “Psicología Médica”. Grado en Medicina. Departamento de Psiquiatría. Facultad de Medicina. Universidad de Sevilla Recursos electrónicos: Web de OCD UK: www.ocduk.org