En los estados de California y Oregon (Estados Unidos) existe un árbol muy peculiar llamado Sequoia sempervirens Endl., conocido comúnmente como secuoya roja o secuoya de California. Este árbol es singular por ser el más longevo que existe en la Tierra, cuya duración de vida puede ser de hasta tres mil años. Además, es el árbol con más altura, pues llega a alcanzar 115 m, siendo el diámetro en su base de casi 8 m.
El tallo es recto y cilíndrico con ramas ligeramente encorvadas hacia abajo; su corteza es muy gruesa y su madera es de color rojizo. Sus hojas son pequeñas y varían de tamaño (de 5-10 mm, o de 15-25 mm) según la ubicación.
Las secuoyas crecen juntas ya que esto les sirve de protección de los vientos helados y de las nevadas (imagen 1). Tienen una estructura de crecimiento muy particular: de una raíz crecen varios troncos muy próximos unos de otros, de manera que si uno de los tallos se daña el resto continúa creciendo, pero sin dejar de aportar la savia al tronco que lo necesita. Si el árbol padre muere, crecen nuevos retoños en la base.
Por lo general, las secuoyas crecen en las montañas donde la precipitación es mayor debido a la entrada de humedad procedente del océano. Los árboles más altos y más antiguos se localizan en los barrancos y en los valles profundos, ya que así obtienen un flujo constante de agua de los ríos y de la humedad de la niebla. En cambio, los árboles que se encuentran por encima de la capa de niebla son más pequeños debido a las condiciones frías y secas. Como crecen en zonas propensas a inundarse, las raíces de las secuoyas están expuestas a morir asfixiadas por las barreras impermeables de sedimento que producen las inundaciones. Además, el suelo anegado causa que los árboles se inclinen hacia un lado, lo que aumenta el riesgo de que el viento los derrumbe. ¿Cómo reparan el daño? Inmediatamente después de la inundación, las secuoyas expanden sus raíces sobre las capas del sedimento acumulado, y un segundo sistema de raíces se desarrolla de un retoño adventicio en el tronco recién enterrado y es entonces cuando el viejo sistema de raíces muere. Para contrarrestar la inclinación, las secuoyas incrementan la producción de madera en el lado vulnerable a fin de apuntalar el árbol.
Las secuoyas tardan alrededor de veinte años para alcanzar la madurez y comenzar a formar los conos (imagen 2), los cuales contienen las semillas que son aplanadas y aladas. El tamaño de la semilla es de 3-4 mm de largo y 0,5 mm de ancho, con dos alas de 1 mm; así que es digno de notar que esta diminuta semilla contiene en su interior el plano del organismo más grande de la Tierra. Incluso se ha calculado que 91 mil semillas pesan poco menos de medio kilo. Estas pequeñas semillas son dispersadas lejos del árbol por el viento, los insectos y los roedores. Sin embargo, la germinación de las semillas también depende de condiciones particulares como el estado de los suelos, el cual es más favorable si no existe vegetación que pueda dificultar la introducción de la semilla en la tierra. En este aspecto, el fuego parece prestar un servicio muy importante ya que ayuda a limpiar el área de competidores, al tiempo que ofrece suelos ricos para la germinación de las plántulas. De hecho, marcas de fuego en los anillos de estos árboles, que datan de dos mil años, muestran que el fuego ocurre de manera natural en intervalos que van de los tres a los 35 años. No cabe duda de que las secuoyas están adaptadas al fuego periódico, ya que bajo condiciones de incendio natural, la corteza protege al árbol de daño significativo. Con más de 30 cm de grosor y extremadamente fibrosa, la corteza de la secuoya (imagen 3) no solo resiste a las llamas, sino que también aísla al árbol del calor del fuego y si este llega a dañarlo, con el tiempo crecen corteza y madera nueva que reparan totalmente el daño, de esta forma, el árbol queda protegido para resistir un incendio posterior. No obstante, el fuego está muy relacionado con los conos y las semillas; un cono puede retenerlas hasta por 20 años; pero cuando ocurre un incendio el calor generado seca los conos más viejos que se abren y esparcen las semillas en el suelo que ya fue limpiado por el fuego.
Para alcanzar su máximo esplendor, las secuoyas requieren de 600 a 1000 años de desarrollo. ¿Pero por qué pueden vivir miles de años? El factor principal de su longevidad es una sustancia llamada tanino, la cual se encuentra en altas concentraciones en la corteza de la secuoya. Esta sustancia le provee la capacidad para resistir la pudrición, los insectos y el fuego.
La madera de este árbol ha sido muy apreciada para la construcción debido a su durabilidad. Muchas de las casas antiguas de California y Oregon se construyeron con madera de secuoya, así como los durmientes de ferrocarril y los puentes de madera. En la actualidad, se utiliza en la fabricación de muebles por su color rojizo.
Los bosques de secuoya son áreas protegidas, ya que están en peligro de extinción debido a la tala y a la pérdida de hábitat.
Bibliografía: Noss R.: The Redwood History, Ecology, and Conservation of Coast Redwoods. Island Press. (2000). Ramage B.S., O’Hara K.C., Caldwell B.T.: The Role of fire in the competitive dynamics of coast redwood forests. Ecosphere. 1(6):1-18. (2010). Stone E.C., Vasey R.B.: Preservation of Coast Redwoods on Alluvial Flats. Science. 159(3811): 157-161. (1968). Recursos electrónicos Web de Biopedia: www.biopedia.com Web de Ecured: www.ecured.cu Web de IUCN Red List of Threatened Species: www.iucnredlist.org