¿Existen suficientes evidencias para afirmar que el cambio climático nos llevará a una situación insostenible? La biodiversidad global está en peligro y el imparable avance del cambio climático puede suponer la puntilla para numerosas especies amenazas y para otras especies no amenazadas puede llegar a ponerlas en riesgo. Según el IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático), casi un 30% de las especies de plantas y animales podrían estar condenadas a desaparecer por los cambios del clima provocados por nuestra adicción a los combustibles fósiles.
Los bosques almacenan enormes cantidades de carbono. En la actualidad, los bosques del planeta y sus suelos almacenan más de un billón de toneladas de carbono en total, el doble de la cantidad que flota libre en la atmósfera, según indican los estudios de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura). Por otra parte, la destrucción de los bosques libera en la atmósfera unos seis mil millones de toneladas de bióxido de carbono al año y para el equilibrio de este elemento así como para la conservación del medio ambiente es importante evitar que escape este carbono almacenado.
De acuerdo con un estudio, el calentamiento global parece ser el principal culpable del retroceso glaciar desde hace más de 150 años (Mote & Kaser 2007). Según Agustín Tagle Urrutia, encargado del Parque Nacional Izta-Popo Zoquiapanen (México), bajaron en un 60% los glaciares de volcanes de la zona estudiada, lo que ha provocado un aumento de temperatura que se ha acelerado en los últimos 15 años, en gran medida debido a la presencia del ser humano, así como la desaparición de la vegetación en la zona.
En una cuestión tan compleja como el clima del planeta, con tantos factores y consecuencias implicados, es de destacar que estudiar el cambio climático no es una cuestión sencilla y sin embargo, en los últimos años, la comunidad científica alberga cada vez menos, estando de acuerdo un 97% del gremio científico (Cook et al. 2013). La actividad solar, las erupciones volcánicas y las corrientes marinas son fenómenos que pueden afectar al clima global y -de hecho- lo han hecho en el pasado. No obstante, esta es la primera vez en la historia en que la actividad humana es un factor central en este cambio, porque anteriormente fue por otras causas. Entre otras conclusiones, el último informe del IPCC constataba que «desde la década de 1950 muchos de los cambios observados no han tenido precedentes en los últimos decenios a milenios. La atmósfera y el océano se han calentado, los volúmenes de nieve y hielo han disminuido, el nivel del mar se ha elevado y las concentraciones de gases de efecto invernadero han aumentado».
Sin embargo, hay posturas que defienden que no existen suficientes evidencias para afirmar que el posible cambio climático antropogénico nos pueda llevar a una situación insostenible, ya que solo estamos en otro de los procesos naturales del planeta Tierra, agarrándose con esto a los procesos de glaciación y desglaciación que ha pasado durante millones de años. La Glaciación actual empezó aproximadamente 40 millones de años atrás con la expansión de la Antártida. Durante ese tiempo ha habido diversos ciclos con el avance y retroceso de la capa de hielo. Según los expertos, nos encontramos en una «época interglaciar», lo que se caracteriza por ser un periodo más cálido que los «periodos glaciales», mucho más fríos y secos. Estas periodos afectan gravemente a las corrientes marinas por las masas de hielo que se forman sobre su superficie, lo que es debido a un proceso natural en la época que estamos y no debido a una intervención de la actividad del ser humano. Otras de las causas más relevantes son la órbita de la tierra, la órbita del sol ylos volcanes, que emiten entre 100 y 250 millones de toneladas de CO2 por año. Estos científicos negacionistas contemplan como una de las teorías más plausibles del deshielo, una etapa de gran concentración de CO2 y el consiguiente Calentamiento Global debido a la actividad de los volcanes.
Por lo tanto, a pesar de estar en un período interglaciar, el estudio del ambiente y de los ecosistemas nos indica que el ser humano afecta de forma negativa al aumento del cambio climático desde hace años. Debido a esta comprobación, los países se adhirieron a un tratado internacional, la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) en 1992, a fin de examinar qué podían hacer para limitar el aumento de la temperatura mundial y el consiguiente cambio climático. En 1995, los países reconocieron que las disposiciones en materia de reducción de las emisiones recogidas en la Convención no eran suficientes, iniciando negociaciones para reforzar la respuesta mundial al cambio climático en 1997, adoptando así el tratado conocido como «El Protocolo de Kyoto». La CMNUCC y su Protocolo de Kyoto sentaron un precedente significativo como medio para solucionar problemas ambientales internacionales a largo plazo. Constituyen los primeros pasos hacia la implementación de una estrategia de respuesta internacional para combatir el cambio climático. Según un artículo de la Organización del cambio climático, los compromisos contraídos en virtud del Protocolo varían de un país a otro. El objetivo global del 5% para los países desarrollados se debe conseguir mediante recortes (con respecto a los niveles de 1990) del 8% en la Unión Europea (UE), Suiza y la mayor parte de los países de Europa central y oriental; 6% en el Canadá; 7% en los Estados Unidos, -aunque posteriormente los Estados Unidos han retirado su apoyo al Protocolo-, y el 6% en Hungría, Japón y Polonia. Nueva Zelanda, Rusia y Ucrania deben estabilizar sus emisiones, mientras que Noruega puede aumentarlas hasta un 1%, Australia un 8% -posteriormente retiró su apoyo al Protocolo- e Islandia un 10%. La UE ha establecido su propio acuerdo interno para alcanzar su objetivo del 8% distribuyendo diferentes porcentajes entre sus Estados Miembros. Estos objetivos oscilan entre recortes del 28% en Luxemburgo y del 21% en Dinamarca y Alemania a un aumento del 25% en Grecia y del 27% en Portugal.
Los mayores logros fueron la estimulación de un conjunto de políticas nacionales, la creación de un mercado internacional de carbono y el establecimiento de nuevos mecanismos institucionales. Los MDL (Mecanismos de desarrollo limpios) en particular crearon una gran línea de canalización de proyectos y movilizaron considerables recursos financieros para promover las energías renovables. A los mencionados tratados le han sucedido otras reuniones, la última convención fue la que se realizó en 2015 en París. En este encuentro fue firmado el 12 de Diciembre un pacto mundial de lucha contra el calentamiento global. Lo acordaron 195 países, teniendo como objetivo que el aumento de la temperatura en este siglo no sobre pase de los 2 grados con respecto a los niveles preindustriales. Este es el límite fijado por los científicos para que las consecuencias del cambio climático no sean catastróficas.
El departamento especializado en cambio climático de la ONU presentó un informe de evaluación en el que redactaba que el estudio de las reducciones gases de los países firmantes en el tratado no son suficientes para cumplir con el objetivo de que el aumento de la temperatura a final de siglo no sobrepase de los 2 ºC. Según los cálculos de la Agencia de Naciones Unidad para el Medio Ambiente (UNEP), estaríamos ante un aumento de 2,9 y 3 ºC. Después del conocimiento de esta evaluación los firmantes del pacto se han comprometido a revisar al alza en el año 2018 sus programas de reducción de gases de efecto invernadero.
Durante años, las negociaciones para conseguir un pacto mundial han estado atascadas. Al final, se han renunciado a sanciones y a que las reducciones de las emisiones sean vinculantes para que los principales países como Estados Unidos y China estuvieran en este acuerdo.
Bibliografía: Mote P., Kaser G.: Les glaces du Kilimandjaro: pourquoi elles ont régressé. Pour la science, (362), 72-78 (2007). Cook J., Nuccitelli D., Green S.A., Richardson M., Winkler B., Painting R., et al.: Quantifying the consensus on anthropogenic global warming in the scientific literature. Environmental research letters, 8(2), 024024 (2013). Recursos electrónicos Web de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura: www.fao.org