Mucho se habla y se debate acerca de las ventajas y desventajas de los organismos modificados genéticamente (OMG). La guerra que grupos ecologistas han lanzado en su contra, sin base científica, ha contribuido a que muchas personas, organismos y países rechacen éste tipo de tecnologías beneficiosas. Y es que el debate que se cierne entorno a los OMG debería fundamentarse en lo científico para luego pasar al debate social/político.
Hablamos de transgénicos al referirnos a un organismo (bacteria, planta o animal) que posee genes ajenos, de otro organismo muy distinto de sí. De esta forma es posible que dispongamos de insulina (producida por bacterias transgénicas) o también textiles y alimentos (a partir de plantas transgénicas), por citar solo un par de ejemplos, de forma biotecnológica.
Sin embargo, este artículo no pretende hablar del papel de los OGM en nuestra sociedad global codiciosa y hambrienta, sino de un ejemplo de un animal modificado genéticamente que se encuentra en la naturaleza, y donde la mano del hombre no ha tenido nada que ver. Se trata de un transgénico “natural”, “biológico” o “ecológico”.
Imaginaros que al comer lechuga nuestra piel pudiera cambiar a un color verdoso o que con tan solo exponernos al sol pudiéramos vivir, sin comer, durante meses. Algo parecido es lo que hace la babosa marina Elysia chlorotica.
La fotosíntesis se lleva a cabo en plantas, algas y cianobacterias, pero algunos animales han evolucionado para capturar productos fotosintéticos a través de la formación de asociaciones simbióticas con algas o cianobacterias unicelulares. En estos casos, el fotobionte (alga o cianobacteria) actúa como una fábrica fotosintética autónoma que provee energía (principalmente carbono) al animal, el cual proporciona nutrientes a cambio ¡Un trabajo en equipo perfecto!
Nuestra babosa marina va un paso más allá. E. chlorotica habita en el noroeste atlántico y se alimenta solamente de una especie de alga llamada Vaucheria litorea. La digestión de su alimento ocurre parcialmente., lo que permite que los cloroplastos (orgánulos verdes donde se lleva a cabo la fotosíntesis) queden intactos en su tracto digestivo. Luego las células del epitelio digestivo del animal engullen los cloroplastos donde éstos siguen activos, produciendo energía y nutrientes, durante al menos diez meses. La babosa se vuelve verde (el color de los cloroplastos) y con tan solo posarse en la superficie marina y exponerse a los rayos solares ya se “alimenta” mediante fotosíntesis. Este hecho resultó verdaderamente desconcertante para la comunidad científica durante décadas, puesto que el metabolismo fotosintético del cloroplasto requiere, obligatoriamente, proteínas que produce el organismo que lo lleva. ¿Cómo se las apaña entonces E. chlorotica en proveer los metabolitos (sustancias o compuestos) necesarios para la fotosíntesis de sus cloroplastos secuestrados?
Resulta que, al alimentarse de su alga preferida, parte del material genético de esta es incorporado al genoma (material genético total o ADN) de la babosa, al menos los genes necesarios para producir los metabolitos que requieren los cloroplastos. Por ejemplo, se ha encontrado un gen llamado psbO en el ADN de la babosa, el cual solamente está presente en el alga que consume y cuyo producto es esencial para la fotosíntesis. Es como si nuestro codiciado genoma humano incorporara genes de cerdo, pollo, ganado, tomate, cebolla… tras una buena cena. De esta manera la babosa resulta ser un transgénico natural. Esta relación resulta vital para la babosa, ya que solamente se desarrolla en su etapa larval cuando comienza a alimentarse de su manjar fotosintético. Si la larva no comienza a alimentarse del alga, morirá.
Además, se piensa que la tolerancia inmunológica de la babosa hacia esos cloroplastos (al fin y al cabo, son cuerpos extraños) se debe también a la transgénesis del genoma del alga al genoma de E. chlorotica.
Quisiera destacar que biotecnología pretende emular este tipo de fenómenos naturales. Mucho ha sido ya inventado, lo importante es inspirarse en lo natural para beneficio de nuestra maltratada humanidad.
Bibliografía:
Rumpho M., Rumpho ME, Worful JM, Lee J., Kannan K., Tyler MS, Bhattacharya D., Moustafad A., Manharte JR.: “Horizontal gene transfer of the algal nuclear gene psbO to the photosynthetic sea slug Elysia chlorotica”. PNAS 105(46): 17867-17871 (2008).
Rumpho ME, Pelletreau KN, Moustafa A., Bhattacharya D.: “The making of a photosynthetic animal”. The Journal of experimental biology 214(2): 303-311 (2011).