Se estima que son más los hombres que roncan que las mujeres, en especial los de edades comprendidas entre los 50 y 60 años con un 55% y los de 30 y 40 años en un 40%. Los niños tampoco quedan exentos, ya que entre un 10% a 12% ronca. A continuación, se irán desglosando las causas en torno a por qué roncamos y qué hacer para eliminar ese molesto sonido.
¿Por qué roncamos?
Roncamos porque durante el sueño, los músculos encargados de regular los procesos de la garganta y también de la lengua reducen su tono muscular o relajan y estrechan la vía respiratoria, lo que dificulta el paso del aire. Como resultado, cuando el aire fluye a través de esta vía estrecha, hace que los tejidos de la garganta vibren, produciendo el sonido característico del ronquido. El ronquido es común y puede deberse a varias razones, como la obstrucción nasal, la posición al dormir, el consumo de alcohol, la obesidad y, en algunos casos, afecciones médicas más graves como la apnea del sueño.
Esmeralda Godoy, una investigadora de la clínica del sueño de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), alerta que quienes roncan podrían no llegar a alcanzar la fase profunda del sueño y por ende no reparar su organismo de forma física y mental. Los ronquidos son distintos y en ello radica la importancia de reconocer su razón.
Hay quienes lo hacen al dormir boca arriba, otros después de ingerir alcohol o algún medicamento, por apnea del sueño, afecciones anatómicas como paladar estrecho y amígdalas grandes, factores de obesidad, embarazo, alergias y tabaquismo. Cada uno de estos motivos serán explicados detalladamente.
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ToggleAnatomía de la boca
Un paladar blando, bajo y grueso puede reducir las vías respiratorias. Las personas con sobrepeso pueden tener tejidos adicionales en la parte posterior de la garganta, lo cual comprime las vías respiratorias. Si el tejido triangular que pende del paladar blanco (úvula) está alargado, detiene el flujo de aire e incrementa la vibración.
Asimismo, las amígdalas grandes o inflamadas, los adenoides, la garganta muy estrecha, la lengua con mayor tamaño que la boca o las irregularidades en los huesos de la cara inhiben el sistema respiratorio creando los ronquidos.
¿Por qué roncamos?: Ingesta de alcohol, medicamentos, tabaco o drogas
Al beber demasiado alcohol antes de dormir, los músculos de la garganta se relajan y disminuyen las defensas naturales que actúan contra la obstrucción del tracto respiratorio. Por su parte, el cigarro y las drogas favorecen a que la musculatura de la garganta o lengua tengan un bajo tono.
Algunas medicinas, sobre todo las de dormir, los antidepresivos y antialérgicos (de primera y segunda generación), deprimen el sistema nervioso central, relajando la musculatura y la garganta.
Problemas nasales
Los resfriados suelen provocar congestión nasal, lo cual desata turbulencias que hacen roncar más. ¿Por qué esto hace roncar más?, porque al respirar por la boca el aire que se expulsa hace que el paladar blando se estremezca.
Los pólipos nasales, que son tumores benignos que no causan dolor (masas suaves en el revestimiento de la nariz o los senos paranasales), pueden propiciar los ronquidos y de generar obstrucción pueden ser extirpados.
La rinitis alérgica aumenta el volumen de cornetes nasales, impidiendo la circulación del aire por la nariz. Los médicos recomiendan administrar corticoides tópicos para desinflamar. Las desviaciones del tabique (pared de hueso y cartílago que está entre las fosas nasales) en ciertos casos obligan a respirar por la boca y haciendo que se ronque.
Sobrepeso
¿Por qué el sobrepeso induce a roncar? Porque en las partes suaves de la faringe y la lengua se acumula la grasa, teniendo así menos fuerza en muscular. El cuello graso oprime la garganta y el sobrepeso afecta a la capacidad pulmonar, pudiéndose padecer de hipoventilación por obesidad por bajo nivel de oxígeno y exceso de dióxido de carbono.
El 90% de los pacientes que padecen dicho síndrome sufren también de apnea del sueño y, a su vez, roncan. El cansancio del peso hace que los tejidos están más flácidos, roncando más.
Apnea del sueño
Es un trastorno en donde la respiración se interrumpe o se hace superficial, pudiendo durar segundos o minutos y pueden ocurrir más de 30 veces por hora. Una investigación de la revista The Lancet indicó que casi 1.000 millones de personas en el mundo sufren apnea obstructiva del sueño (AOS).
Existen tres tipos de apnea; la central, cuando no hay esfuerzo inspiratorio; la obstructiva, cuando hay esfuerzo inspiratorio por el cese del aire; y la mixta, cuando ocurren ambas a la vez.
La AOS es más frecuente en hombre, 30% de estos tienen más de 50 años. Entre 1% a 4% de los niños la padece. Estudios apuntan que un 15% de mujeres embarazadas y con sobrepeso experimentan apnea obstructiva del sueño.
¿Cómo dejar de roncar?
Ahora bien, una vez convencidos del porqué roncamos, hay que enfatizar que el camino más idóneo para dejar de hacerlo es acudir a un profesional de la salud como un otorrinolaringólogo o un especialista en medicina del sueño, que es quien se encargará de diagnosticar. Dependiendo del motivo, puede intervenir un cirujano dental o fonoaudiólogo.
Los análisis van desde una laringoscopia donde se evalúan las vías respiratorias superiores (nariz, la faringe y la laringe), hasta una polisomnografía (prueba para diagnosticar trastornos respiratorios del sueño y observar el comportamiento mientras se duerme).
Consejos:
- Cambiar la posición al descansar, como dormir de lado y utilizar una almohada especial antirronquidos que eleve la parte superior del cuerpo.
- Bajar de peso.
- No fumar.
- Evitar tratamientos para dormir y antialérgicos.
- No consumir alcohol antes de dormir.
- Hacer actividades físicas.
- Mantener la presión arterial controlada.
- El médico puede incluir en el tratamiento dilatadores nasales, adenoamigdalectomía y esteroides intranasales.
- Cenar una hora antes de ir a la cama.
La salud y la calidad de vida está vinculada a una buena noche de sueño donde se liberen hormonas, se vigorice la memoria y se relaje todo el cuerpo. Dormir mal implica falta de memoria, concentración, dificultades para coordinar, razonar, irritación, dolores de cabeza, entre otros efectos a corto, medio y largo plazo. Por eso, no hay que preguntarse a sí mismo por qué roncamos, sino acudir a un experto para identificar la patología y combatirla.